La poesia de Gil Pasteur comporta un mensage directo lleno de simbolismo sensual. Pero sus imágenes no se agotan en descriptiones formales, sino que tienden a un contenido sustancial que las promueve a la categoría metafísica.

El testimonio poético de la autora, profundamente femenina, afirma esa condición, sublimándola a través de un "bien decir" musical y rítmico.